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Ucrania ha demostrado que puede ganar la guerra en el campo de batalla. Lo viene exhibiendo a lo largo de los dos años con acciones que demuestran una iniciativa no convencional en los diferentes escenarios de la guerra, con batallas que se pueden catalogar con un balance favorable en relación a los objetivos tácticos en terreno, pero sobre todo por las cuantiosas pérdidas infringidas al ejército invasor. Para ello, es importante entender la correlación de fuerzas para interpretar lo que expreso. Rusia es numéricamente superior (solo en población es 3 veces mayor) con implicaciones directas en términos el número de personal que puede movilizar y reclutar para sus fuerzas militares. En recursos económicos Rusia es una economía unas 10 veces mayor a la Ucrania, con recursos energéticos que le han permitido crear una reserva monetaria de 600,000 millones de dólares hasta antes de la guerra (de las cuales aproximadamente 450,000 millones se encuentran en cuentas congeladas en el sistema financiero occidental y parte de los 150,000 millones han servido para sostener el gasto fiscal durante el 2023, con saldos que todavía pueden superar los 50,000 millones de dólares. Con recursos propios Rusia puede mantener gran parte del gasto bélico por lo menos durante los siguientes dos años. Bajo esta correlación de fuerzas es que sacamos la presente conclusión. La cantidad de bajas militares, la relación de perdida de equipos militares, y los daños ocasionados a infraestructuras estratégicas dentro de territorio ruso, son constataciones de que, con una fuerza significativamente menor, ha infringido irreparables pérdidas al ejército invasor.
En las batallas terrestres, las pérdidas en vidas, que superan los 315,000 soldados rusos repercuten en un deterioro de la calidad y experiencia de los nuevos combatientes, que con muy poca formación son enviados al frente de batalla en ataques catalogados como de carnicerías humanas por los medios que informan desde los frentes de guerra. Junto a ellos, la pérdida de miles de equipos terrestres (entre tanques, vehículos de asalto, transporte de infantería) resulta tan cuantiosa que el solo conteo representa un esfuerzo agotador para quienes asumen tal tarea. Los informes independientes resultan abrumadores, abriendo un espacio a analizar hasta dónde Rusia puede sostener ese nivel de pérdidas. La respuesta está asociada con las cuantiosas reservas que Rusia heredó de la Unión Soviética, que día que pasa, se direccionan a encontrarse rumbo a su extenuación. Sin sobrestimar el hecho, puesto que todavía le permitirán sostener el esfuerzo de la guerra por un tiempo mínimo de dos a tres años.
En el frente naval, Ucrania ha logrado destruir 24 buques y un submarino de una flota de 74 barcos que componen la Flota Naval Rusa en el Mar Negro, sin contar para ello con una flota naval propia. Dentro de ellos el buque insignia Moscova en una etapa temprana de la guerra mostró la audacia e ingeniosidad de las operaciones marinas. Al igual que en los últimos meses fueron hundidos, en ataques magistrales varios buques de desembarco ruso, vitales para las operaciones logísticas.
En el espacio aéreo, los aviones militares rusos derribados, que superan la centena (con confirmaciones visuales), y con cifras reportadas de más de 300 aviones y 300 helicópteros, han inhibido a las fuerzas aéreas rusas a alcanzar la superioridad o la habilidad de controlar el espacio aéreo dentro del territorio ucraniano e inclusive en las áreas de ocupación. El derribo de dos aviones de vigilancia A-50. El primero en el mes de enero de este año, y el segundo derribo confirmado se ha dado en las últimas 24 horas. Son aeronaves tácticas esenciales para monitorear las operaciones militares en el campo de batalla y sobre todo para direccionar los ataques de misiles dentro de territorio ucraniano. Representan una pérdida irreparable para la aviación militar rusa, existen menos de nueve aviones de este tipo, y a un costo superior a $US 300 millones cada uno, se constituyen en las mayores pérdidas de la aviación militar rusa.
Los cambios en el frente de batalla
Los nuevos escenarios en el campo de batalla
Si bien las perdidas en equipamiento ruso son significativas y el Comando Central Ruso parece no preocuparle dichas perdidas, algo ha cambiado significativamente con posibles nuevas implicaciones en la guerra: la introducción masiva de drones y misiles en la guerra.
La guerra con drones, de una diversidad cada vez mayor ha significado un cambio contundente durante el último año de la guerra. La habilidad innovadora ucraniana en la campaña del 2022 le otorgó una ventaja táctica en el campo de batalla con la introducción significativa de drones aéreos. Esto le permitió primero tener ojos en el cielo del campo de batalla, para luego evolucionar a armarlos con granadas e infligir sustanciales pérdidashumanas y de equipos en el lado ruso.
En transcurso del 2023, Rusia actuó en forma estratégica. Para cambiar el balance táctico, por una parte, giró una parte importante de los recursos de su economía hacia la guerra. Aprendiendo la dura lección del 2022, esto significó primero acuerdos de aprovisionamiento de drones iraníes (los shaheds) y recientemente misiles norcoreanos e iraníes. Mientras ha ido estableciendo y fortaleciendo sus propias instalaciones para la construcción, mantenimiento y ensamble de una diversidad de equipamiento militar, pero sobre todo de drones y misiles.
Un segundo elemento estratégico en el 2023, fue haber construido una red defensiva en los territorios ocupados, conocida como la línea Surovikin. Mientras la atención internacional se concentraba en la sangrienta batalla de Bakmut, los rusos fueron construyendo un sistema defensivo que fue puesta a prueba en el contra ataque ucraniano del verano del 2023.
Para fines del segundo año de la guerra, ha cambiado nuevamente el balance táctico en terreno a favor de Rusia. Por una parte, una significativa superioridad numérica de drones (se estima en algunas batallas de 3/1 o inclusive una superioridad mucho mayor); ataques consistentes de misiles a todo lo ancho del territorio ucraniano; y, contar con una red de defensa bien elaborada, que no ha podido ser sobrepasada por las fuerzas ucranianas.
La campaña de invierno 2024
En la campaña de invierno del 2024, se esperaba que Rusia nuevamente hiciera un ataque masivo a la infraestructura eléctrica y energética de Ucrania como lo hizo en el invierno del 2023. Las defensas aéreas ucranianas no lo han permitido. Los ataques con misiles rusos fueron neutralizados en gran medida debido a la posibilidad de Ucrania por responder efectivamente dichos ataques, empleando sistemas antiaéreos proporcionados por sus aliados. Pero en forma significativa en las últimas semanas también ha derribado a un número importante de aviones bombarderos junto a las mencionadas aeronaves tácticas de vigilancia aérea el A-50.
La proliferación en el arsenal ruso de una mayor cantidad de misiles y drones de largo alcance de procedencia iraní, Corea del Norte, y de su propio arsenal, comienzan a tener también sus efectos. En las semanas recientes, los cielos ucranianos se vieron abrumados por la cantidad de ataques que, en un balance presente, se cundiera que tuvieron como objetivo acabar con el arsenal defensivo ucraniano,para ahora pasar a una ofensiva mayor. Esto es un escenario en desarrollo en el cual los aliados internacionales ucranianos, están mirando de cerca.
Del lado ucraniano, los ataques con drones dentro de territorio ruso han tomado una relevancia inusitada. Estos se han producido hacia objetivos que incluyen a una variedad de instalaciones donde se produce o desarrolla armamento; depósitos, terminales terrestres, terminales portuarias, plantas de petróleo y gas de diversa naturaleza;objetivos que se definen de grado estratégico, pues permiten deteriorar las capacidades para que Rusia puedasostener la guerra. Estos ataques hubieran resultado inconcebibles al inicio de la guerra e inclusive al finalizar el primero año de la misma. La consistencia, efectividad y contundencia de los ataques tendrán impactos de corto y mediano plazo.
Consecuencias de la guerra en la industria militar rusa
Hay que destacar que la guerra en Ucrania ha permitido desmontar la propaganda de invencibilidad del poderío ruso, de la segunda fuerza militar más poderosa del planeta, a ser la “segunda fuerza militar en el territorio de Ucrania”, como gusta a los entusiastas denominarla. La guerra, ha permitido cuestionar la capacidad real y efectividad de las fuerzas militares rusas y de su equipamiento militar. Las pérdidas de vidas humanas son tan cuantiosas que rebasan la comprensión actual de un conflicto contemporáneo, donde se buscan obtener victorias con un mínimo de casualidades humanas y resultan asombrosas bajo cualquier criterio de medición. Los millares de equipos militares rusos perdidos en el campo de batalla, demuestran que la tecnología militar rusa se encuentra por debajo de los equipos militares de la OTAN, los cuales Ucrania actualmente emplea.
Las implicaciones de lo último han tenido como consecuencia que Rusia vaya cayendo marcadamente en el mercado internacional de armamento, con países clientes que ahora poseen suficientes elementos para desconfiar delos resultados prometidos, actualmente prefieren contactarse con nuevos proveedores. De clientes potenciales que deciden congelar sus pedidos, ante los precarios resultados demostrados en el campo de batalla. En esta ruta, resultan serias las dudas de que Rusia pueda recuperar la credibilidad perdida, pues la dinámica del mercado no perdona a los perdedores. Sobre todo, si añadimos que los componentes claves del equipamiento ruso, provienen principalmente de países europeos y son sujetos a restricciones de exportación por las sanciones impuestas a Rusia.
¿Qué implicaría una victoria militar de Rusia en Ucrania?
Que Ucrania pierda la guerra, no solo se convierte un problema mayor para Ucrania sino un problema significativamente mayor para Europa. Una victoria de Rusia, solamente aumentaría el coraje y apetito de expansión ruso sobre otras fronteras, particularmente las que pertenecieron a las naciones de la esfera de la ex Unión Soviética.
Putin ha demostrado no tener ningún tipo de inhibiciones para llevar adelante sus proyectos de expansión territoriales, como lo está demostrando en los dos años de guerra en Ucrania. A este punto, no queda duda que no solo busca el control de las cinco provincias (oblasts) que manifiesta haber integrado al territorio ruso, sino que persiste en destruir el estado ucraniano, con ataques continuos en el extenso del territorio nacional. En particular, recordemos que los planes operacionales rusos en la primera fase de la guerra, pretendían estrangular a Kiev, tomando control de Odessa, conectar territorialmente con Transnistria, en territorio de Moldavia. Las declaraciones recientes de Putin y Medvedev que Ucrania virtualmente era parte de Rusia y que no tiene razón de ser como un Estado independiente, son señales que se interpretan que persisten como objetivos rusos la sumisión total del país. Nada le impediría continuar por esa misma ruta con otros países, viendo que, con una victoria, podría avanzar sin mayores impedimentos en sus ambiciones de expansión imperial.
Por otra parte, los países europeos han sido afectados en forma directa por acciones de desestabilización de sus políticas internas, en lo que se conoce como la guerra hibrida. Hoy no queda dudas de las diferentes formas que emplea el Kremlin para influenciar en las políticasnacionales en varios países europeos. Ya está identificado, por ejemplo, cómo busca influir a través del apoyo financiero a candidatos y/o a partidos políticos de extrema derecha o de extrema izquierda, según resulte mejor a los intereses del Kremlin.
También el Kremlin tiene una red de “influencers” considerados por tener una voz en las opiniones públicas locales, de personalidades o medios que favorecen cierto tipo de mensajes, que tienen como objetivo crear confusión en la población sobre diversos temas de interés nacional e internacional. En virtud de la presente guerra, está mejor estudiado como opera y los resultados que busca alcanzar con la manipulación de la opinión como parte de la guerra hibrida rusa con occidente.
Los casos en EEUU, que es uno de los principales objetivos de los ataques híbridos que realiza Rusia que tienen como fin afectar el clima político y social dentro del país. Estamos presenciando actualmente la dura batalla en la Casa de Representantes (Congreso norteamericano) por aprobar el financiamiento militar para Ucrania para el 2024, tema que se viene postergando por una dura batalla bi-partisana desde la legislatura del 2023. Vemos como ciertos políticos han recibido donaciones cuestionables para sus campañas, con lo cual se comprometen a difundir o reproducir mensajes propagandísticos de interés del Kremlin. D
Actuales diputados que cuestionan abiertamente los ideales norteamericanos y no responden a los principios liberales y democráticos que rigieron la política norteamericana a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Enfatizar que los comentarios de figuras públicas en EEUU que distorsionan la realidad, generan focos de opinión divididos que afectan las decisiones de estado. El caso del ex presidente Donald Trump es el mássignificativo, sus comentarios tienen efectos adversos a los intereses nacionales y de sus aliados, particularmente en Europa y mirados muy de cerca por la China y otros países.
No solo existen riesgos para Europa y EEUU, sino entodos los países donde Rusia aterriza y es patrocinador de caos. Lo encontramos presente en conflictos en África y Latinoamérica, países altamente influenciables por tener democracias endebles en el cono sur. Lo presenciamos con el apoyo y acuerdos que mantiene con Cuba y Venezuela, donde no importa el estado de los derechos humanos y la institucionalidad de los países, importa tener la influencia y mejor si es posible el control sobre los gobiernos de turno.
Todos estos son ejemplos de medios que emplea el Kremlin para desestabilizar a occidente. En voces de los analistas que seguimos de cerca el conflicto, Rusia tiene una suerte de supremacía en la guerra hibrida, porque es un Estado creado a partir de la extinta KGB y donde la actual FSB cuenta con un soporte presupuestario impresionantes, solo comparables con los organismos de inteligencia de China y EEUU.
El Kremlin emplea la propaganda para influenciar a la opinión pública con el objetivo de cortar el apoyo hacia Kiev e inclusive para que occidente considere la guerra en Ucrania como una causa perdida. El triunfo de Rusia no solo sería la perdida de Ucrania, sino reconocer que en la guerra hibrida, Rusia no pudo ser vencido por los países de occidente.
¿Qué pasará con el apoyo económico de EEUU a Ucrania?
Las posibilidades de que el proyecto de ley de apoyo a Ucrania sea materializado no es un tema de duda en su aprobación, sino de cuándo se vaya a dar. Sin embargo, el remesón internacional generado por la incertidumbre ha llevado a una serie de debates al interior de la Unión Europea, donde ya no se puede dar como un hecho incuestionable, el apoyo militar de EEUU en temas de seguridad en el continente. Se traduce también en reconocer que Europa ha sido muy complaciente con su política de seguridad, particularmente sustentada por elparaguas de la OTAN, donde EEUU es quien viene llevando el mayor peso en términos de lo que se espera de ellos ante cualquier conflicto.
En el caso del apoyo europeo a Ucrania, el debate está llevando a que se profundice la discusión sobre lasdiferentes maneras para sostener en los siguientes dos a tres años la ayuda militar, horizonte que el Kremlin ya ha demostrado tener la voluntad para mantener sus operaciones militares. Para ello, resulta indispensable generar y/o fortalecer la industria militar europea que permita cumplir con dichos compromisos, sin depender de EEUU. Además, plantea como garantizar que Europa se encuentre mejor preparada ante cualquier otro posible episodio militar, sin el soporte de EEUU.
En Ucrania, durante las semanas recientes, la caída de la ayuda financiera militar de EEUU han tenido efectos directos en el frente de batalla. Lo acabamos de presenciar con el reciente repliegue de las fuerzas ucranianas localizadas en Avdiivka y la toma de la ciudad por fuerzas rusas, con resonancias propagandistas en el Kremlin y la ecoesfera bélica internacional. Las fuerzas militares tuvieron que replegarse por no contar con el armamento para sostener la línea defensiva dentro de la ciudad. Pero la realidad es más cruda. Tomar una ciudad con una población previa de 32,000 habitantes y haber perdido en la “liberación” una cifra de por lo menos 17,000 hombres junto a centenares de equipos en el esfuerzo, demuestra la clase que guerra que Putin está dispuesto a luchar. Una guerra que conlleva a una destrucción total, con miles de desplazados, infraestructura destruida y cientos de miles de soldados sacrificados en alcanzar su cometido.
En esa perspectiva, en la ofensiva militar, Ucrania ha demostrado que tiene posibilidades de obtener victorias tácticas. El hecho de destruir a las fuerzas invasoras, restándoles cualquier posibilidad de reconstitución en el corto y posiblemente, mediano plazo, representa la mayor victoria táctica que pueda alcanzar, frente a un adversario que no ha dudo en utilizar su fuerza militar en la forma brutal que lo viene demostrando. Disminuirá considerablemente cualquier posibilidad de que Rusia pueda expandir la guerra a otros países. Deterioraría significativamente la posición e imagen del Kremlin y comenzaría posiblemente una etapa de declinación de la perversa influencia rusa a escala global, mediante sus acciones hibridas.
La falta de soporte militar de EEUU a Ucrania muestra que en un corto plazo puede cambiar el resultado de la guerra. Como lo estamos presenciando con el cambio de iniciativa en el frente de batalla, que favorecen a Rusia. Debido a la asimetría en la correlación de fuerzas, la única manera de equilibrar o superar dichas asimetrías se encuentran en el soporte financiero y ayuda militar de la OTAN junto a otros países aliados como Japón, Australia, Corea de Sur, entre otros, donde EEUU viene representando virtualmente el 50% de ese soporte. No hay como suplir 60,000 millones de dólares de la noche a la mañana. Entonces, a los ojos de los aliados de Ucrania, EEUU debe resolver sus diferencias internas para encarar, lo que muchos manifiestan, una guerra que pelea Ucrania por defender y ser parte de los valores occidentales que promueven la soberanía e integridad territorial, el estado democrático, la libertad económica y los derechos fundamentales de sus ciudadanos. Valores que no forman parte de la Federación Rusa bajo el gobierno de Putin.
Como está encarando el tercer año de guerra
Rusia ha transitado a una economía de guerra. Para el 2024 Rusia, según datos del FMI, esta asignando un 38% de su gasto público a Seguridad Nacional; es decir, para gasto militar. Y otro 11% para gasto en Seguridad Interna, dejando las cifras de seguridad social, educación y salud, sin cambios en su presupuesto. Con virtualmente 50% del presupuesto público nacional se trata de un Estado con una economía de guerra. Este modelo posterga completamente cualquier iniciativa de desarrollo de capital humano, económico y social con implicaciones que ya los analistas manifiestan que complicará el desarrollo de la economía rusa hacia el largo plazo.
En contraste los aliados, todavía debaten de cómo aumentar sus gastos militares, que no alcanzan en muchos casos a 2% de sus PNB, tal como establece como piso la OTAN. Los problemas al interior de la política norteamericana en relación a sus compromisos con Ucrania, han generado importantes reacciones de los demás países aliados, que buscan mecanismos para sostener el apoyo financiero a Kiev. Como vimos, la situación de corto plazo se ha tornado en sombría para las fuerzas armadas ucranianas en el frente de guerra. Sin embargo, está generando una presión sin precedentes en la Casa de Representantes de EEUU, que como manifestamos líneas arriba, debe dar luz verde a la ley que habilita los fondos. Una vez destrabado el financiamiento, los recursos financieros que Rusia asigna a la guerra se encontrará nuevamente equiparado a Ucrania con el soporte financiero otorgado por sus aliados.