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La Revolución Cubana, tras más de 60 años de opresión, está tocando fondo. Una nueva muestra de esta realidad es el colapso del sistema energético que esta semana dejó al país entero, más de 10 millones de personas, en la oscuridad. La comida se pudrió en los refrigeradores, el agua comenzó a escasear, no funcionaban los teléfonos ni computadoras por falta de carga, y lo que es aún más preocupante, las personas dependientes de equipos médicos electrónicos, como respiradores artificiales, quedaron a la buena de Dios.
Es que al igual que los coches que uno ve en las postales de La Habana, así como las viviendas en completo estado de abandono, y las ideas políticas impuestas por la Revolución, el sistema eléctrico está caduco, viejo, destartalado.
Pero a no preocuparse, cubanos, porque el mandatario Miguel Díaz-Canel aseguró públicamente que aunque es verdad que el país está atravesando una compleja crisis energética, hay “Patria, Revolución y socialismo, es decir, garantía de protección para todos”. Claro que ninguna de las tres es comestible. Tampoco cura a los enfermos ni soluciona la pobreza de la gente.
Como un reflejo de la realidad que azota la isla, el faro que iluminó a la izquierda latinoamericana, ya no da luz.
Sin quejas. La población no aguanta más. Crispada por las constantes privaciones de sus derechos esenciales, salió a la calle a protestar. El ruido de cacerolas se hizo sentir en diversos barrios de la capital y varias calles de Centro Habana fueron cortadas con barricadas hechas por los manifestantes. Y, como siempre ocurre cuando los cubanos se pronuncian, la represión se hizo sentir. En una reunión de gobierno que se trasmitió a través del noticiero Estelar, Diaz-Canel advirtió que aquellos que intenten “provocar alteraciones del orden público”, y que participen en desmanes públicos “serán procesados como corresponde con el rigor que contemplan las leyes revolucionarias”.
La voz local. Para conocer mejor cómo ven los propios cubanos esta realidad, contactamos a Frank El Makina, influencer nacido en La Habana y radicado en Uruguay. Sobre los apagones, Frank dijo que “Ya estaban ocurriendo en la isla hace años desde el colapso del sistema eléctrico nacional. En 2024 ocurre una desconexión total del sistema, se dispara la carga y se apagan todos los medios de generación. Al ser algo grande se necesita encender paulatinamente cada dispositivo o central para luego sincronizarlo. Como el sistema en sí es obsoleto, ocurrieron 4 apagones generales en todo el país. Literalmente 80 horas sin corriente en la isla. La causa es la falta de inversión. La dictadura cubana se aferra a seguir construyendo hoteles dejando a un lado el resto de servicios como la generación de energía eléctrica. Las centrales eléctricas cubanas son obsoletas, tienen más de 50 años de explotación y no se construye un bloque nuevo hace décadas. Esto provoca que constantemente estén parando por reparaciones o roturas generales provocando constantes apagones.
Cuando lo consultamos sobre las protestas, Frank aseguró que “Son a causa de la mala gestión de la dictadura con los recursos del estado, dígase el dinero de los cubanos. En cuba el miedo está presente en cada cubano pues sabemos que las condenas por protestar en silencio con un cartel serían de 10 años”.
El ex presidente Alejandro Toledo, que gobernó el Perú entre 2001 y 2006, fue condenado a 20 años y 6 meses de prisión por su participación en delitos de corrupción vinculados al caso Oderbretch. El fallo sostiene que Toledo “se coludió con particulares interesados como Odebrecht para que, mediante una coima de 35 millones de dólares, se otorgue a la empresa brasileña la licitación de la construcción de los tramos 2 y 3 de la Carretera Interoceánica, causando perjuicio al Estado”. El ex mandatario fue extraditado de los Estados Unidos en abril del año pasado y desde entonces se encuentra recluido en el penal de Barbadillo, conocido como la cárcel de los presidentes.
En su alegato final, el ex jefe de estado de 78 años, pidió a los magistrados se le permita cumplir la condena en su domicilio, argumentando que padece cáncer y problemas coronarios. “Yo soy inocente”, aseguró.
Trasfondo. En 2016 la empresa constructora brasileña Oderbretch reconoció que sobornó a altos funcionarios de varios países de Latinoamérica entre 2005 y 2014 para obtener obra pública. La operación se conoció como Lava Jato. Además de Toledo, hay otros ex presidentes peruanos vinculados a la trama: Ollanta Humala fue acusado de financiar las campañas electorales de su partido con aportes ilícitos de la constructora brasileña y del gobierno venezolano. Le siguieron Pedro Pablo Kuczynski, quien recibió pagos de parte de la constructora cuando era funcionario del gobierno de Toledo. Y finalmente el caso de Alan García, que sacudió al Perú cuando durante una investigación en el marco de la Operación Lava Jato, se quitó la vida descerrajándose un tiro en la sien.
La voz local. Como es habitual le traemos la palabra siempre acertada del amigo José Beteta, Presidente de la Asociación de Contribuyentes del Perú. José dijo que “El proceso de Toledo aquí en el Perú ha sido súper rápido, muy expedito. Lo cual te dice que el sistema de justicia peruano está calentando motores. Ya tiene más experiencia después de tantas cosas que han pasado con tantos presidentes, tantos problemas de corrupción. Los peruanos, veíamos que los procesos duraban mucho tiempo, eran muy largos y nunca se sabía si íbamos a ganar o no, si finalmente iba a haber condena o no, si los presidentes o funcionarios del Estado le sacaban la vuelta al sistema de justicia. Bueno, Toledo no pudo”.
Además, José agregó “Si lo piensas en un sentido más humano dices: bueno, ya, estos presidentes han sido corruptos, unos más, unos menos. Toledo tiene cerca de 80 años, y ahora le ponen una condena de 20. Hay muchas personas que están diciendo: está bien, ya, que lo condenen. Pero ¿20 años? Entonces, si te pones a pensar, si todos estos años de lucha contra la corrupción y de ser de alguna forma el ejemplo de país que mete a la cárcel a sus presidentes, te pones a pensar si en verdad al final no ha sido más una efervescencia, un apasionamiento, una especie de impulsividad histórica de ver tanta corrupción y querer, pues, destruir la corrupción a través de sus mensajeros. Y mucha gente dice: bueno, 20 años es demasiado, ¿no? Además, calculo que cumplirá los 80 y lo mandarán a su casa. También muchos han dicho: ¡qué bacán ser justicieros con los presidentes! Pero quizás podríamos tener penas no tan difíciles de cumplir.
-¿Crees que cambia algo la condena a Toledo?
– En el escenario político no mueve nada, en el escenario económico tampoco. Lo que te dije al principio para mí es lo más importante. Muy mala suerte la de Toledo porque con él, el sistema de justicia ha funcionado rápido y clarísimo. Transparente. Eficiente y eficaz.
Uno de los temas que la izquierda global ha tomado con vigor, en especial tras el derrumbe del socialismo real, es la cuestión de género. No vienen siendo días positivos para esta visión ideológica. Por un lado, en España, quien fue figura inspiradora para la izquierda dura en América Latina, Iñigo Errejón, ha debido dejar la política, acosado por denuncias de abuso a mujeres. De este lado del Atlántico, en Chile, el mismo tema viene poniendo en jaque al gobierno de Gabriel Boric, otra figura destacada de la nueva izquierda joven regional.
Resulta que el subsecretario del Interior de Boric, Manuel Monsalve, ha sido acusado por abuso sexual y violación por una asistente de 32 años. Al parecer, el hecho ocurrió el domingo 22 de septiembre, a pocas cuadras del Palacio de La Moneda, en un hotel en el centro de Santiago, luego de que ambos hubieran ido a cenar a un restaurant, donde bebieron alcohol. La denunciante dice no saber qué ocurrió, pero que se despertó al día siguiente en la cama con el jerarca. Monsalve afirma que cree haber sido drogado con algún producto ya que no recuerda los hechos.
El problema de fondo es que el presidente Boric habría estado al tanto de la denuncia, pero no tomó medidas hasta semanas después, cuando el hecho fue consignado por el diario La Segunda. El jerarca, figura clave del gobierno y quien era visto como futuro ministro del área de seguridad que hoy ocupa la primera preocupación de los chilenos, presentó luego renuncia. Pero la tibia y tardía reacción de Boric y su comando, siendo que el tema del feminismo y la denuncia permanente contra el machismo ha sido uno de los ejes de la política de este gobierno, ha sumido al presidente en una crisis sin precedentes.
Boric hizo una primera conferencia de prensa para explicar su cuestionada reacción, o falta de ella, pero no salió bien, y en medio de la misma salió a confrontar con su jefa de prensa. Días después, volvió a encarar el tema, pidió disculpas, y dijo que creía a la víctima. En esta nota tiene una explicación clara de los hechos y su cronología.
Por qué me importa. Más allá de los detalles del episodio, el mismo puede tener fuerte impacto en la política chilena, donde el gobierno arrastra mínimos de popularidad. Pero, sobre todo, dice mucho sobre lo ridículo de ciertas posturas ideológicas de la izquierda regional, que suele usar el tema de la violencia y el abuso contra las mujeres como una cuestión programática, poniéndose en un pedestal moral respecto al resto de las opciones políticas, cuando en la realidad sus dirigentes terminan mostrando que eso es apenas una postura.
Mientras el dictador Nicolás Maduro asiste a la cumbre de los Brics, buscando algo de legitimidad internacional a su régimen, algo parece estarse moviendo en Caracas. Esta semana, fue detenido y acusado de “traición a la patria” nada menos que Pedro Tellechea, quien ostentaba dos de los cargos más importantes del país: ministro de Petróleo y presidente de la petrolera estatal PDVSA. Tellechea, de 48 años, era visto como una de las figuras en ascenso del régimen, pertenecía a las cuotas de poder que los militares tienen dentro del ejecutivo chavista, y se le atribuía el logro de haber recuperado en algo la decaída producción de petróleo del país caribeño.
La fiscalía acusa al funcionario de filtrar información a una empresa relacionada con los Servicios de Inteligencia de EEUU. El ministro del Interior, Diosdado Cabello, dijo que Tellechea “entregó el cerebro de la empresa, toda la administración de pozos, contratos, operaciones”, a una compañía estadounidense que también “tenía el control” cuando se produjo el golpe de Estado en 2002. Detrás de todas estas acusaciones rimbombantes, parece haber en proceso una típica purga estalinista, para eliminar del juego político a una figura pragmática y que se mostraba en ascenso en la interna del régimen.
Dos detalles interesantes, que nos aportaban amigos desde Venezuela que prefieren no ser citados. Todos los presidentes de PDVSA desde que llegó el chavismo al poder han muerto, están presos, exiliados, o han desaparecido en situaciones extrañas. Por otro lado, Maduro ha nombrado como reemplazo de Tellechea en el ministerio a Alex Saab, un polémico empresario de origen colombiano, que estuvo preso por autoridades de Estados Unidos acusado de lavado de dinero, y por quien el régimen hizo llamativas gestiones para liberarlo.
Premio a la oposición. Mientras tanto, la oposición venezolana fue galardonada esta semana con el prestigioso premio Sájarov a la Libertad de la Conciencia, por parte del Parlamento Europeo. Según el organismo, Edmundo González y María Corina Machado son el símbolo de “una valiente lucha para restaurar la libertad y la democracia en Venezuela”. Con este galardón, la Eurocámara quiere demostrar su apoyo no solamente a los dos políticos que, si todo va bien, recogerán su premio el 18 de diciembre; el apoyo es al pueblo de Venezuela.
La noticia tuvo su lado malo y, también, su lado positivo para el presidente brasileño Lula da Silva. Al parecer, el mandatario brasileño habría tenido un pequeño “accidente doméstico” al caerse en el baño de su casa mientras se duchaba, por lo que debió recibir algunos puntos de sutura en su cabeza. Algo que a algunos memoriosos y mal pensados, retrotrajo a un viejo incidente del líder izquierdista con un corresponsal del The New York Times.
Pero como no hay mal que por bien no venga, el accidente llevó a Lula a cancelar su viaje a la cumbre de los Brics, alianza que unía originalmente a países como Rusia, China, India y Sudáfrica, pero que ahora busca expandirse a otros “mercados”. El problema era que esa cumbre tenía lugar en Rusia, y parecía diseñada especialmente como una operación de prensa para validar a Vladimir Putin. Putin, objeto de una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional en marzo de 2023 por crímenes de guerra, desistió de ir a la cumbre anterior de los Brics en Sudáfrica. El viernes anunció que no asistirá a Rio de Janeiro para participar en la cumbre presidencial del G20, para no “perturbarla”.
Trasfondo. El tema de fondo es que Lula juega un peligroso equilibrio, intentando mostrarse como líder de América Latina y jugador global del grupo de naciones emergentes, pero al mismo tiempo quiere mantener su vínculo de privilegio con el gobierno demócrata de Estados Unidos. Washington no hubiera visto bien esa participación de Lula en Rusia.
Pero hubo otro hecho interesante en esa cumbre. Y fue la presencia del dictador Nicolás Maduro, que también busca validar su régimen ante los ojos de cierta parte de la comunidad internacional. Al parecer su incorporación al evento no estuvo libre de problemas, ya que tuvo una recepción bastante fría, y no fue habilitado a participar de la foto oficial del evento, donde sí pudieron posar los mandatarios de otros países que buscan sumarse a la organización.
Según se supo luego, Brasil habría vetado la integración de Venezuela, ya que mantiene una relación muy tensa con Caracas tras el escándalo por el fraude electoral de hace algunos meses. Maduro ha expresado su furia mediante una nota en la que califica el veto brasileño como “una acción que constituye una agresión a Venezuela y un gesto hostil” además de “inexplicable e inmoral”.
Nota publicada originalmente en Mirada Sur
Martín Aguirre, Director El País, Uruguay, y Advisory Council member, Center for Latin America
Rodrigo Caballero, editor